18 mayo 2013

ROMA

Este viaje se organizó para celebrar Nochevieja fuera de España y se nos ocurrió Roma.


La verdad es que el aeropuerto de valencia funciona muy bien y, aunque hay vuelo directo a Roma, nosotros hicimos escala en Madrid. Coincidió (como no) con una huelga de Iberia, pero finalmente, con retraso, salimos hacia Roma.




El avión estaba lleno de italianos. Me imagino que era como el anuncio de volver a casa por Navidad. A diferencia de otros vuelos, en éste había mucho ruido, porque los italianos son tan escandalosos como los españoles. 

Del aeropuerto cogimos un tren para llegar al centro de Roma y en media hora ya estábamos en el hotel. Las habitaciones eran muy amplias e iluminadas. No recuerdo el nombre del hotel, pero había hasta televisor en el baño.


Antes de conocer la ciudad, decidimos comer lasaña en un restaurante cercano al hotel, y la verdad es que no defraudó.

Esa misma calle nos llevó hasta el Coliseo. ¡Qué maravilla!. Estaba anocheciendo y decidimos volver al día siguiente bien temprano para poder visitarlo. ¡Qué bien hicimos! Esa mañana amaneció despejado y pudimos disfrutar del Coliseo y de las ruinas romanas que habían alrededor.

         


En este viaje vimos todas las plazas más emblemáticas de Roma con sus mercadillos navideños. Paseamos por las tiendas de lujo que hay a los pies de la Plaza de España, poniendo cara de interesantes cuando nos miraban los empleados.
Oto espacio que me maravilló fue la Fontana de Trevi. !Qué esculturas tan bonitas en un espacio tan restringido! Aprovechamos un hueco que dejaron un grupo de turistas chinos y nos hicimos varias fotos de recuerdo.





La alimentación era a base de pasta y pizza. Estábamos en Italia y tocaba comer esto todos los días, hecho que a mi hermana y a mí no nos disgustaba.

                                       


El día siguiente lo dedicamos a visitar La cuidad del Vaticano. ¡Otra obra de arte! Hicimos largas colas, pero la Capilla Sixtina valió la pena.
De regreso, mi padre quería visitar el Panteón de Agripa y allí también fotografiamos la bóveda.


Aunque la tradición marca que en Italia (cuando es Nochevieja) se deben comer lentejas, nosotros con la uva que compramos en un mercado italiano, celebramos las campanadas en el hotel mientras veíamos en el canal internacional la Puerta del Sol.




Nos despertamos tarde y ya tocaba regresar a España. Las calles todavía mostraban los restos de la fiesta y los operarios de la fiesta se esforzaban en limpiarlo deprisa.Decidimos realizar una última visita al Coliseo y a la Fontana de Trevi.

Después , cogimos es tren dirección al aeropuerto y allí nos dieron la última sorpresa del viaje. Por causas del mal tiempo, todos los vuelos tenían mucho retraso por lo que la compañía aérea invitó a todos los pasajeros a cenar.


Entre una cosas y otras, regresamos a España a las tres de la madrugada. He de reconocer que, aunque mis padres estaban cansados, a mí me pareció un final de aventura muy divertido.

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