Mis
padres realizaron la reserva de las entradas con tres meses de antelación y
tuvimos la suerte de sentarnos junto al pasillo. De este modo, durante el
espectáculo, los personajes pasaban por nuestro lado y así podíamos apreciar
mejor los detalles del vestuario.
El
mismo día de mi cumpleaños salidos desde Alcoy dirección hacia Valencia. El
viaje en coche tarda 4 horas, pero decidimos coger el AVE valencia- Madrid para
no preocuparnos del coche, ni del tráfico, ni de las inclemencias del tiempo
(nevadas, lluvia, etc.). Así, en una hora y media ya estábamos en el centro de
la capital.
Eso sí,
que nadie coja el AVE para ver el paisaje, porque la velocidad con la que
circula no te deja ver nada.
La
primera parada, después de bajar en la estación de Atocha, era dirigirse al
"Bar Diamante". No sé si veis crónicas carnívoras, pero este bar
debería salir en ese programa. ¡Qué bocadillos de calamares tan buenos y tan
grandes! Os dejo una foto para que me digáis si soy una exagerada o no.
Ese
bocadillo es insuperables por cualquier otro. Descubrimos ese bar por casualidad
en un viaje a Madrid, para hacer tiempo mientras cogíamos otro tren. Pero ahora
se ha convertido en parada obligatoria siempre que visitamos esta ciudad.
Teníamos
el Hotel en la Gran Vía, y como el equipaje no pesaba mucho, decidimos ir
caminando. Madrid es muy bonita, y en Navidades, todavía más. Todas las calles
tenían adornos navideños y las tiendas estaban muy bien decoradas. Realmente,
te invitaban a pararte en el escaparate, mirar y comprar.
Llegamos
al hotel y, aunque el viaje no había sido nada pesado, todos estábamos cansados
y decidimos descansar para aguantar bien por la noche. ¡Menos mal que pusimos
el despertador! Al tumbarse en la cama, el cansancio se convirtió en un sueño
profundo de tres horas. Nos levantamos rápidamente y, para despejarnos, salimos
a pasear por Madrid, haciendo tiempo hasta la hora de entrar a ver la función
del Teatro.
¡Qué
ganas tenía de ver el espectáculo! Esta película Disney es una de mis favoritas
y la puesta en escena del espectáculo, no defraudó. Disfruté más de lo que
había imaginado. Por eso, os aconsejo que no dejéis pasar la oportunidad de ver
este espectáculo (ahora entiendo que haya recibido las mejores críticas
mundiales).
Cuando
terminó, cenamos en un restaurante italiano de la Gran Vía. Durante la comida,
todos compartimos los elogios a la obra. Y como empezaba a nevar, nos fuimos
rápido a dormir.
Al día
siguiente, desde la ventana del hotel, vimos una ligera capa blanca de nieve
que cubría los coches. Desgraciadamente, a las dos horas ya no quedaba nada de
ella, sólo el frío.
Después
de desayunar fuimos a la Plaza Mayor,
donde mi madre siempre recuerda la película "La Gran Familia". Hay un
momento en que Chencho (el hijo pequeño) se pierde aquí en Navidades y toda la
familia, haciendo piña, se unen para buscarlo y encontrarlo.
La
Plaza Mayor estaba preciosa, llena de tiendas en las que se vendían nacimientos
del Belén, árboles de Navidad y artículos para el cotillón de Fin de Año.
En un
callejón perpendicular a la Puerta del Sol, hay un restaurante donde se come el
mejor cocido de la región, y allí fuimos a comer.
Por la
tarde, paseamos por la Catedral de la Almudena y los alrededores del Palacio Real. Todo estaba
muy bonito y cuidado, por lo que aprovechamos para hacer fotos de recuerdo.
Ninguno tenía hambre (y es que el cocido era mucho cocido), por lo que cenamos
ligerito y regresamos al hotel.
Nos
despertamos tarde. Como el tren de regreso a Valencia salía a las 16 horas, nos
daba tiempo de un último paseo por el centro de Madrid. Decidimos que a las 12
del mediodía teníamos que escuchar las campanadas en la Puerta del Sol, y así
tener los oídos entrenados para el día siguiente.
Por
supuesto, para despedirnos de Madrid, volvimos a pasar por el Bar Brillante.
Creo que lo visitamos más que los propios madrileños.
El AVE
salió muy puntual y el viaje me pareció más rápido que el de llegada, aunque
tardaban lo mismo.
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